Jurisprudencia del Tribunal Supremo de
P.R. del año 1999
99 DTS 107 CUEVAS V. ETHICON DIVISION 99TSPR107
En el Tribunal
Supremo de Puerto Rico
Lourdes Cuevas
Santiago
V.
Ethicon Division of Johnson & Johnson
Professional Company of Puerto Rico, Inc.
Peticionaria
Certiorari
99 TSPR 107
Número del Caso: CC-1999-0079
Abogados de la Parte Peticionaria: Lcdo.
Alfredo M. Hopgood Jovet
Lcdo. Luis R.
Amadeo Carrón
Abogados de la Parte Recurrida: Lcdo.
Frank Zorrilla Maldonado
Tribunal de Instancia, Sala Superior de Caguas
Juez del Tribunal de Primera Instancia: Hon. Héctor Cordero Vázquez
Tribunal de Circuito de Apelaciones, Circuito Regional VI
Caguas-Humacao
Juez Ponente: Hon. Ortiz Carrión
Fecha: 6/30/1999
Este documento constituye un
documento oficial del Tribunal Supremo que está sujeto a los cambios y
correciones del proceso de compilación y publicación oficial de las decisiones
del Tribunal. Su distribución electrónica se hace como un servicio público a la
comunidad.
Opinión del Tribunal emitida por el Juez Asociado señor Hernández Denton
San Juan, Puerto Rico, a 30
de junio de 1999.
¿Cuándo comienza a
discurrir la reserva de empleo dispuesta en la Ley de Compensaciones por
Accidentes del Trabajo? ¿Desde la fecha del accidente o desde que el Fondo le
ordena tratamiento en descanso al empleado?
Resolvemos que
conforme la letra clara del Articulo 5a de la Ley de Compensaciones por
Accidentes del Trabajo el periodo de reserva comienza a discurrir a partir de
la fecha del accidente.
I.
La Sra. Lourdes Cuevas Santiago comenzó a trabajar para Ethicon,
Division of Johnson & Johnson Professional Co. (en adelante “Ethicon”)
mediante contrato de empleo probatorio en junio de 1994. En octubre del 1996 la
señora Cuevas sufrió un accidente en el trabajo. En noviembre del mismo año
Ethicon la refirió a la Corporación de Fondo del Seguro del Estado (en adelante
“el Fondo”), a partir de ese momento la señora Cuevas estuvo en tratamiento
mientras continuaba trabajando (“CT”). Sin embargo, la condición de la empleada
se agravó y el 20 de junio de 1997 el Fondo le ordenó descanso. Dos meses más
tarde en agosto el Fondo dispuso que la señora Cuevas podía continuar su
tratamiento mientras trabajaba por lo que la demandante se reintegró a su
trabajo.
Así las cosas,
ella presentó, ante el Tribunal de Primera Instancia, demanda por despido
ilegal y discriminatorio. Posterior a la presentación de la contestación a la
demanda, la señora Cuevas presentó Moción de Sentencia Sumaria Parcial y/o
Moción de Sentencia por las Alegaciones, a la cual se opuso Ethicon,
solicitando, a su vez, que se dictara sentencia sumaria a su favor.
El Tribunal de
Instancia dictó Sentencia Sumaria, mediante la cual desestimó la demanda
presentada. En su sentencia, el foro de instancia determinó que el término de
la reserva de empleo comenzó a transcurrir desde el 10 de octubre de 1996,
fecha del accidente, y terminó en octubre de 1997. Por lo tanto a la fecha en que ella solicitó reinstalación, el
término de reserva había transcurrido, por lo que cesó la obligación de Ethicon
de reservarle el empleo.
Inconforme, la señora Cuevas apeló ante el
Tribunal de Circuito de Apelaciones. Alegó que el Tribunal de Instancia erró al
concluir que, a la luz de los hechos que no están en controversia, al momento
de ella solicitar su reinstalación habían transcurrido más de doce meses desde
la fecha del accidente; y al concluir que Ethicon ya no tenía obligación de
reservarle su empleo.
Dicho foro apelativo revocó la sentencia sumaria
apelada. Determinó que a los fines de lo dispuesto por el Artículo 5a de la Ley
de Compensaciones por Accidentes del Trabajo, Ley Núm. 45 de 18 de abril de
1935, según enmendada, 11 L.P.R.A. sec. 7,
la fecha del accidente no es la fecha del suceso que causa la
inhabilidad sino la fecha en que ésta se manifiesta. Por lo tanto, cuando para
el 2 de diciembre de 1997, la recurrida solicitó su reinstalación, sólo habían
transcurrido poco más de cinco meses desde el momento en que se manifestó su
inhabilidad para trabajar, por lo que su solicitud de reinstalación se efectuó
dentro del plazo de doce meses dispuesto como reserva de empleo en el Artículo
5a, supra.
Inconforme con las
determinaciones del foro apelativo, Ethicon acude ante nos, alegando como único
error lo siguiente:
Actuó Ultra Vires el
Honorable Tribunal de Circuito de Apelaciones (El “Tribunal Apelativo”) al
ignorar y descartar la letra clara del artículo 5a de la Ley de Compensaciones
por Accidentes del Trabajo (sobre reserva de empleo) y descartar la
jurisprudencia establecida por este honorable Tribunal Supremo en Torres v.
Star Kist Caribe, 94 J.T.S. 5, y su progenie, al resolver que el periodo de
reserva de doce meses comienza a decursar no “desde la fecha del accidente”,
según reza el Art. 5a, sino desde que el Fondo autoriza por primera vez a un
obrero tratamiento medico en descanso. Según el honorable Tribunal Apelativo,
El periodo en que el obrero recibe tratamiento médico mientras trabaja (“CT”)
interrumpe la reserva de empleo, lo cual conflige abiertamente con lo resuelto
en Torres v. Star Kist Caribe, Supra."
Por su parte la Sra. Cuevas Santiago
presentó oposición a la solicitud de certiorari,
señalando la corrección de lo determinado por el Tribunal de Circuito de
Apelaciones. Examinada la petición de certiorari y la oposición a la misma, y
a tenor con la Regla 50 del Reglamento de este Tribunal, revocamos la sentencia
recurrida sin ulteriores procedimientos.
La justificación
de un despido de un empleado por razón de su incapacidad física y/o mental para
realizar las funciones de su puesto, o para asistir regularmente a su empleo,
no aplica en casos en que el obrero se incapacita temporalmente por razón de un accidente o enfermedad ocupacional.
Esta protección del obrero está reconocida en el Art. 5a de la Ley de
Compensaciones por Accidentes del Trabajo. Esta ley instrumenta el derecho
constitucional de todos los trabajadores en Puerto Rico a recibir protección
contra riesgos para la salud e integridad personal, Art. I, Sec. 16 de la
Constitución del ELA, y constituye el eje central de todo el esquema jurídico
establecido por el Estado para la protección del obrero en su taller de
trabajo. Véase Torres González v. Star Kist Caribe, Inc., res. el
28 de enero de 1994, 134 D.P.R.___ (1994); Delgado Zayas, Apuntes para el
Estudio de la Legislación Protectora del Trabajo, págs. 187-188 (1996).
Entre las medidas
que la Ley de Compensaciones por Accidentes del Trabajo establece para proteger
al trabajador y viabilizar su tratamiento y cura, esta lo dispuesto en su Art.
5a. Este artículo es de carácter especial, es decir, se refiere únicamente a
aquellos casos en que el trabajador sufre un accidente de trabajo o una
enfermedad del trabajo que lo inhabilita. Vease, Rodríguez Rosa v. Méndez
& Co., res. el 18 de marzo de 1999, 99 TSPR 23; Delgado Zayas, supra,
pág. 188. Aquellos empleados que no quedan cobijados por el Art. 5a y han sido despedidos sin que medie
justa causa, de ordinario, podrán reclamar bajo la ley 80 de 30 de mayo de
1976, según enmendada, 29 L.P.R.A. sec. 185a y ss., que es de aplicación
general.
El Artículo 5a
específicamente dispone que:
En los casos de inhabilitación para el
trabajo de acuerdo con las disposiciones de este Capítulo, el patrono vendrá
obligado a reservar el empleo que desempeñaba el obrero o empleado al momento
de ocurrir el accidente y a reinstalarlo en el mismo, sujeto a las siguientes
condiciones:
(1)
Que el obrero o empleado requiera al patrono para que lo reponga en su
empleo dentro del término de quince días, contados a partir de la fecha en que
el obrero o empleado fuere dado de alta, y siempre y cuando que dicho
requerimiento no se haga después de transcurridos doce meses desde la fecha del
accidente;
(2)
que el obrero o empleado esté mental y físicamente capacitado para
ocupar dicho empleo en el momento en que solicite del patrono su reposición,
y
(3) que
dicho empleo subsista en el momento en que el obrero o empleado solicite su
reposición. (Se entenderá que el empleo subsiste cuando el mismo está vacante o
lo ocupe otro obrero o empleado. Se presumirá que el empleo estaba vacante
cuando el mismo fuere cubierto por otro obrero o empleado dentro de los treinta
días siguientes a la fecha en que se hizo el requerimiento de reposición.)...
Ley Núm. 45 del 18 de abril de 1935, Art. 5a, según enmendada, 11 L.P.R.A. sec.
7.
Anteriormente
hemos establecido que este artículo contiene dos tipos de protección para el
obrero inhabilitado por un accidente o enfermedad del trabajo. Por un lado
obliga al patrono a reservarle el empleo al trabajador por doce meses, desde el
momento en que ocurre el accidente, período durante el cual el patrono no puede
despedir al empleado. Por otro lado, tan pronto como el trabajador es dado de
alta por el Fondo, tiene derecho a que se le reponga en su empleo, y el patrono
está obligado a reinstalarlo, siempre que se cumplan los requisitos que
establece el propio artículo. Los requisitos son: (1) que el accidente o
enfermedad ocupacional inhabilite al empleado para trabajar; (2) que el
empleado se acoja a los beneficios del Fondo; (3) que dentro de los quince días
de haber sido dado de alta definitivamente y autorizado a trabajar por el
Fondo, el empleado solicite al patrono reposición en su empleo; (4) que dicho
requerimiento de reposición se haga dentro
de los doce meses de haber ocurrido el accidente o enfermedad; (5) que al
solicitar su reposición el empleado esté mental y físicamente capacitado para
desempeñarse en las funciones del empleo que ocupaba; y (6) que dicho empleo
subsista al momento de la solicitud de reinstalación. Véase Vélez Rodríguez
v. Pueblo International, res. el 18 de marzo de 1994, 135 D.P.R. ___
(1994); Torres González v. Star Kist Caribe, supra; Carrón Lamoutte
v. Compañía de Turismo, supra; Santiago v. Kodak, 129 D.P.R.
763 (1992).
También hemos
reconocido que al imponerle al patrono el deber de reservarle al obrero por
doce meses el empleo en que se desempeñaba al momento de ocurrir el accidente,
el legislador intentó establecer un balance entre los intereses del obrero, y
los del patrono. El legislador tomó en consideración la carga que podría
representar para el patrono la reserva de empleo y por tal razón la limitó a
sólo 12 meses a partir del accidente, entendiendo que de esta forma se lograba
el balance adecuado entre los intereses económicos del patrono y la protección
del trabajador lesionado. Torres González v. Star Kist Caribe, supra;
Santiago v. Kodak, supra.
En el caso de
autos Ethicon nos solicita que determinemos que el Art. 5a claramente dispone que el momento a partir del cual se
computa el periodo de reserva que exige el artículo, es el momento en que
ocurrió el accidente. Entiéndase que el periodo de 12 meses de reserva comienza
a partir del momento en que ocurre el evento que conduce a la inhabilitación.
Por su parte la
señora Cuevas en su comparecencia ante nos, solicita que determinemos que en su
caso el periodo de reserva comenzó en el momento en que el Fondo le ordenó
descanso. Sólo existen dos interpretaciones del articulo 5a que sostendrían
esta postura. Determinar que los periodos en que el Fondo ordena tratamiento
mientras el obrero continúa trabajando interrumpen el periodo de reserva, o
determinar que donde el legislador colocó la frase “desde la fecha del
accidente”, tuvo la intención de decir desde la fecha de la inhabilidad
sobrevenida a causa del accidente. Ambas lecturas del artículo son
insostenibles conforme los principios que rigen la interpretación judicial de
las leyes. Veamos
La posibilidad de
que el término de doce meses de reserva que establece el Art. 5a pudiese quedar
interrumpido por los periodos en que el empleado accidentado está trabajando o
regresa a trabajar mientras continúa bajo tratamiento en el Fondo (C.T.), ya
fue resuelto en la negativa por este tribunal. Precisamente en Torres
González v. Star Kist Caribe, supra. resolvimos que “el hecho de que
un empleado, que se encuentra incapacitado temporalmente por razón de
enfermedad o accidente ocupacional, regrese al trabajo mientras se encuentra en
tratamiento medico bajo el F.S.E. (C.T.) no tiene el efecto de interrumpir el
termino de (12) meses que establece el Artículo 5A, supra. Este periodo
es uno de caducidad que no puede interrumpirse de forma alguna”. Por lo
tanto, es evidente que los meses en que la señora Cuevas se encontraba
recibiendo tratamiento mientras continuaba trabajando (C.T.) no interrumpe el
periodo de reserva por lo que no pueden descontarse del periodo de doce meses
que establece el Art. 5a.
Sin embargo, el foro apelativo no
descanso en este supuesto para establecer que la señora Cuevas tenía derecho a
ser reinstalada en el caso de autos. El foro apelativo en vez interpretó que la
frase: “fecha del accidente” no significa la fecha del hecho causante, sino la
fecha en que se manifiesta la inhabilidad resultante del hecho causante. Apoya
su interpretación en el principio de hermenéutica que establece que las leyes remediales deben ser interpretadas liberalmente
para lograr sus propósitos. Conforme a esta interpretación determinó que la
fecha del accidente fue a mediados del año 1997 cuando por primera vez se
manifestaron los efectos inhabilitantes del accidente y el Fondo le ordenó
descanso y por lo tanto la solicitud de reinstalación que hiciera la señora
Cuevas estaba dentro del plazo de doce meses dispuesto como reserva de empleo
en el Art. 5a. Reiteradamente hemos
resuelto que por ser la Ley de Compensaciones por Accidentes del Trabajo un
estatuto remedial debe interpretarse liberalmente a favor del obrero. Santiago
v. Kodak, supra; Maisonet Felicié v. Corp. Fondo del Seguro del
Estado, res. el 30 de diciembre de 1996, 142 D.P.R. ___ (1996); Vélez,
Admor. v. Comisión Industrial, 91 DPR 480, 485; Feliciano Figueroa v.
Comisión Industrial, 84 DPR 196, 215 (1961); véase además, Agosto
Serrano v. FSE, 132 D.P.R. 866 (1993); Beauchamp v. Holsum Bakers of
P.R. 116 D.P.R. 522 (1985).
Sin embargo, hemos
sido igualmente enfáticos al establecer que “cuando la ley es clara y libre de
toda ambigüedad la letra de ella no debe ser menospreciada bajo el pretexto de
cumplir su espíritu”. Articulo 14 del Código Civil, 31 L.P.R.A. sec. 201; Alejandro
Rivera y Otros v. ELA, res. el 10 de abril de 1996, 140 D.P.R. ___ (1996); Atlantic
Pipe Corp. v. F.S.E., 132 D.P.R. 1026 (1993); Santiago v. Kodak, supra;
Silva Rodríguez v. Adm. de Sistemas de Retiro, 128 D.P.R. 256 (1991); Rojas
v. Méndez & Co., 115 D.P.R. 50, 53 (1984); Cabán Méndez v. FSE,
115 D.P.R. 1, 3 (1983).
Así mismo hemos reconocido que
cuando el legislador se ha manifestado en lenguaje claro e inequívoco, el texto
de la ley es la expresión por excelencia de toda intención legislativa. Alejandro
Rivera y otros v. E.L.A., supra; Silva Rodríguez v. Adm. De
Sistemas de Retiro, supra; Atiles, Admor. v. Comisión Industrial,
77 D.P.R. 16, 20 (1954).
Nos señalan
Bernier y Cuevas Segarra, en su obra Aprobación e Interpretación de las Leyes
de Puerto Rico, 2da. edición, Publicaciones JTS, 1987, pág. 299, que
"[b]ajo un sistema de separación de poderes como el que funciona en Puerto
Rico, la Asamblea Legislativa tiene la facultad de aprobar las leyes. El Poder
Judicial ejercitado por los tribunales consiste en el ejercicio de las
facultades de resolver los litigios a través de la interpretación de la ley. En
el desempeño normal de sus funciones, los tribunales están obligados a respetar
la voluntad legislativa aunque los magistrados discrepen personalmente de la
sabiduría de los actos legislativos. Interpretar una ley en forma que sea
contraria a la intención del legislador implica la usurpación por la Rama
Judicial de las prerrogativas de la Rama Legislativa. Por tanto, el intérprete
debe abstenerse de sustituir el criterio legislativo por sus propios conceptos
de lo justo, razonable y deseable." Véase además, Rodríguez Díaz v.
Autoridad de Teléfonos de P.R., res. el 29 de mayo de 1998, 98 TSPR 62; y Alejandro
Rivera v. ELA, supra. Por lo tanto, “[s]i el lenguaje de un estatuto
es tan inequívoco que postula un solo significado, un sentido cabal de humildad
y autodisciplina requiere la aplicación de la voluntad legislativa". Alejandro
Rivera v. ELA, supra. Véanse además, Cotto Guadalupe v. Dept. de
Educación, res. el 15 de junio de 1995, 138 D.P.R. ___ (1995); Atlantic
Pipe Corp. v. FSE, supra y Clínica Juliá v. Sec. De Hacienda,
76 D.P.R. 509, 520 (1954).
Conforme a estos reconocidos principios de
interpretación analizamos el Art. 5a y encontramos que el legislador al
establecer la fecha al partir del cual habría de contabilizarse la reserva
escogió la fecha en que ocurrió el accidente.1 La letra de la ley es clara
e inequívoca y no tenemos evidencia de que la intención del legislador haya
sido otra. El Art. 5a fue adicionado a la Ley de Compensaciones por Accidentes
del Trabajo mediante la Ley Núm. 48 de 18 de abril de 1950, Leyes de Puerto
Rico, 1949-1950, pág. 127, el periodo de reserva dispuesto en esta ley era de 6
meses a partir de la fecha del accidente. En marzo del 1971 se presentó un
proyecto de ley que proponía que la reserva de empleo no tuviese límite de tiempo,
pero la misma no fue aprobada. Vol. 25, Diario de Sesiones de la Asamblea
Legislativa, 1971, pág. 644. El 5 de junio de 1973 el legislador enmendó el
Art. 5a para entre otras cosas aumentar el periodo de reserva de seis (6) a
doce (12) meses. Del Informe Conjunto de las Comisiones del Trabajo y Asuntos
del Veterano y Gobierno de la Cámara de Representantes del 6 de abril de 1973,
Vol. 27, Diario de Sesiones de la Asamblea Legislativa, 1973, pág. 1034, surge
que;
[e]l propósito de la medida es aumentar el término de seis a doce meses,
después de la fecha del accidente,
para solicitar reposición en el empleo que ocupaba originalmente. También
requiere del patrono que no cumpla con las disposiciones del aludido Artículo
5A, el pago al obrero o empleado o a sus beneficiarios, de los salarios que
éste hubiere devengado de haber sido reinstalado además de los daños y
perjuicios que se le haya ocasionado. (énfasis nuestro)
Por otro lado, hemos observado que
cuando el legislador interesa que una reserva de empleo comience a discurrir a
partir de que surge la incapacidad lo ha expuesto expresamente. Véase Ley de
Protección Social por Accidentes de Automóviles, Ley Núm 45 de 1987, 9 L.P.R.A.
sec. 2054(B) y la Ley de Seguro por Incapacidad No Ocupacional Temporeras, Ley
Núm 139 de 1968, según enmendada, 11 L.P.R.A. sec. 203(q).
Como mencionáramos anteriormente, el
legislador al establecer la reserva de empleo intentó lograr un balance entre
los intereses del obrero, y los del patrono. Por ende, de entenderlo procedente,
corresponde a la Asamblea Legislativa y no a este Tribunal enmendar la Ley de
Compensaciones por Accidentes del Trabajo para que la reserva de empleo corra a
partir de la inhabilidad sobrevenida por el empleado luego de ocurrido el
accidente. Siendo clara la disposición de la ley y libre de toda ambigüedad, la
misma es la expresión por excelencia de la intención legislativa por lo que
debemos rechazar la interpretación que hiciera el Tribunal de Circuito de
Apelaciones en este caso.
Aunque simpatizamos con la situación
de la señora Cuevas, es la Asamblea Legislativa quien debe determinar si se
enmienda este artículo, luego de considerar todos los factores envueltos
incluyendo el impacto económico para el patrono y el bienestar de los empleados2.
III.
Conforme a los hechos
incontrovertidos de este caso al momento en que la señora Cuevas solicita ser
reinstalada ya habían transcurrido los 12 meses de reserva de empleo que el
legislador fijó en el Art. 5a para su reposición, ante estas circunstancias es
forzoso concluir que el patrono no violó el Art. 5a al despedir a la señora
Cuevas.
Procede, por lo tanto, revocar la
decisión del Tribunal de Circuito de Apelaciones y reinstalar la del Tribunal
de Primera Instancia, por ser la correcta en derecho.
Se dictará la Sentencia
correspondiente.
Federico
Hernández Denton
Juez
Asociado
SENTENCIA
San Juan, Puerto Rico, a 30
de junio de 1999.
Por los
fundamentos expuestos en la Opinión que antecede, la cual se hace formar parte
integral de la presente Sentencia, se revoca la Sentencia emitida por el
Tribunal de Circuito de Apelaciones y se reinstala la del Tribunal de Primera
Instancia desestimando la demanda.
Así lo pronunció y manda el Tribunal y certifica la
Secretaria del Tribunal Supremo. El Juez Asociado señor Fuster Berlingeri
emitió Opinión Disidente.
Isabel Llompart
Zeno
Secretaria del
Tribunal Supremo
San Juan, Puerto Rico, a 30 de
junio de 1999.
“When it comes to the development of a corpus juris, the ultimate question is what do the dominant
forces of the community want and do they want it hard enough to disregard
whatever inhibitions may stand in the way.” OLIVER WENDEL HOLMES |
“Las leyes se hacen por los
hombres y se interpretan por los hombres.
Por eso, en su interpretación, debe ser factor preeminente la realidad
humana de la vida, no la abstracción de reglas inmutables... En esta época de justicia social, debemos
marchar hacia la humanización de la justicia y el derecho, dejando atrás en
su decadencia rigorista el sentido dogmático del derecho y la justicia.” LUIS NEGRÓN FERNÁNDEZ |
En el caso de autos, la recurrida sufrió un accidente en
el trabajo el 10 de octubre de 1996.
Sin embargo, no fue hasta el 20 de junio de 1997 que la condición de la
recurrida se agravó a tal extremo que la inhabilitó para continuar
trabajando. El 2 de diciembre de 1997,
la recurrida solicitó la reinstalación en su empleo, pero su patrono se lo
denegó, aduciendo para ello que la reserva de empleo de doce (12) meses que
dispone el Artículo 5a de la Ley de Compensaciones por Accidente del Trabajo ya
había expirado.
Una
mayoría del Tribunal convalida la acción del patrono por entender que el
período de doce (12) meses aludido transcurrió a partir de haber ocurrido el
accidente referido el 10 de octubre de 1996; y que la fecha en que la
trabajadora se inhabilitó --el 20 de junio de 1997-- no es pertinente al
calcular el período de doce (12) meses de la reserva de empleo dispuesta por
ley.
Disiento
de este dictamen por las razones que expreso a continuación. Veamos.
I
El Artículo 5a
referido, 11 LPRA sec. 7, provee una protección al empleado que se inhabilita para trabajar. Así se dispone expresamente en la primera
oración de dicho Artículo, en la cual se define precisamente el ámbito de la
protección laboral que el Artículo establece.
Preceptúa esa primera oración del Artículo 5a que:
“En los casos de inhabilitación para el
trabajo,... el patrono vendrá obligado a reservar el empleo que desempeñaba el
obrero o empleado al momento de ocurrir el accidente...”.
Surge palmariamente de lo anterior que el elemento
central que activa la protección referida es específicamente la inhabilidad para trabajar. Es precisamente porque del accidente laboral
el empleado ha resultado tan lesionado que tiene que ausentarse del trabajo,
que se le ofrece al empleado la protección del Artículo 5a. La
inhabilidad para trabajar es, pues, la razón de ser de la reserva de empleo que
establece dicho Artículo 5a.
Visto el claro propósito de la disposición referida, los
otros párrafos del Artículo 5a - los otros asuntos que allí se preceptúan –
tienen que ser interpretados en armonía con dicho propósito central, razón de
ser de esta disposición. Reiteradamente
hemos resuelto que “las leyes deben interpretarse y aplicarse a tono con el
propósito social que las inspira, sin desvincularlas de la realidad y del
problema humano cuya solución persiguen, como parte de un todo coherente y armonioso
[del] ordenamiento jurídico.” Pueblo v. Zayas Rodríguez, Op. de
17 de febrero de 1999, ___ D.P.R. __, 99 JTS 16; J.R.T v. A.E.E., Op. de
1 de abril de 1993, 133 D.P.R. ___ (1993), 93 JTS 49; Col. Ing. Agrim P.R.
v. A.A.A., 131 D.P.R. 735, 756 (1992); Riley v. Rodríguez Pacheco,
124 D.P.R. 733 (1989); Morales v. Adm. Sistema de Retiro, 123 DPR 589,
595 (1989). Véase, también, Pueblo
v. Zayas Colón, Op. de 9 de octubre 1995, 139 D.P.R. ___ (1995), 95 JTS
127. Una y otra vez hemos insistido en que, en la interpretación de un
estatuto, los tribunales no deben descansar en una parte aislada de una
disposición de ley, sino que deben considerar el estatuto en su totalidad, teniendo primordialmente en cuenta el
propósito del estatuto, para así poder determinar el verdadero
significado de sus cláusulas. En
innumerables ocasiones hemos resuelto que en tales casos la obligación fundamental del tribunal es propiciar la realización
del propósito que persigue la ley. Vázquez v. A.R.P.E, 128 D.P.R. 513 (1991); A.R.P.E. v.
Rodríguez; 127 D.P.R. 791 (1991); Chase Manhattan Bank v. Mun. de
San Juan, 126 D.P.R. 759 (1990); P.N.P. y P.I.P v. Rodríguez Estrada,
122 D.P.R. 490 (1988; El Vocero v. Junta de Planificación, 121 D.P.R.
115 (1988); Pacheco v. Vargas, Alcalde, 120 D.P.R. 404 (1988); Díaz
Marín v. Mun. de San Juan, 117 D.P.R. 334 (1986); Cirino v. Fuentes
Fluviales; 91 D.P.R. 608 (1964); Arroyo Merino v. Junta Azucarera,
1989 D.P.R. 622 (1963)
La obligación que tienen los tribunales al interpretar
estatutos, de propiciar la realización del propósito que persigue la ley, es
particularmente imperiosa cuando se trata de leyes de justicia social, como lo
es el Artículo 5a que aquí nos concierne, que
deben ser interpretados liberalmente, a fin de poder lograr los elevados
fines que persigue el legislador. Agosto
Serrano v. F.S.E., 132 D.P.R. 866 (1993); García Pagán v. Shiley
Caribbean, 122 D.P.R. 193 (1988); Camacho Rodríguez v. F.S.E., 121
D.P.R. 877 (1988); Bruno Colón v. Comisión Industrial, 109 D.P.R.
785 (1980); Villanueva Pérez v. Comisión Industrial, 109 D.P.R. 790
(1980); Alonso García v. Comisión Industrial, 102 D.P.R. 733 (1974); Torres
v. González, 63 D.P.R. 964, 972 (1944).
En el caso de autos, todo lo anterior significa que, al
interpretar el párrafo del Artículo 5a referido que dispone que el trabajador
debe requerirle al patrono que lo reinstale en el empleo antes de transcurridos
doce (12) meses desde la fecha del accidente, dicho párrafo no debe leerse aisladamente, sino a la luz del
propósito central del Artículo 5a, para propiciar su razón de ser. Interpretado de este modo, no cabe duda de
que el foro apelativo resolvió correctamente que el término de doce (12) meses
comienza a transcurrir desde que surge la inhabilidad
causada por el accidente. Ello, porque
lo que el Artículo 5a persigue es precisamente proveerle protección al
trabajador lesionado al quedar éste inhabilitado para trabajar por la
lesión. Se le concede una reserva de
empleo por doce (12) meses al trabajador cuando éste ha tenido que ausentarse
del empleo por la lesión, por lo que es lógico, y conforme al espíritu del
Artículo 5a referido, que el término de doce (12) meses se cuente a partir de
que surja la inhabilidad. De otro modo
quedaría trunca la protección
que el legislador quiso ofrecer a los trabajadores en general, y no se lograría
cabalmente el propósito claro del Artículo 5a referido.
Como bien señaló el foro apelativo, cuando ocurre un
accidente laboral, lo usual y más corriente es que la condición
inhabilitante surja de inmediato del suceso que la causó. Generalmente, ambos elementos se manifiestan
de manera simultánea, como cuando ocurren choques, explosiones, resbalones y
caídas que causan lesiones inhabilitantes inmediatas. Tal es la concepción común y corriente de lo que constituye un
accidente. Sin embargo, existen
circunstancias en las cuales la inhabilidad resultante de un suceso en el
trabajo se manifiesta de forma paulatina o gradual. Igualmente ocurre con muchas enfermedades ocupacionales cuya
inhabilidad resultante tienen un desarrollo gradual e imperceptible durante un
largo período. Así se reconoce por
los especialistas en esta materia. Véase,
Arthur Larson & Lex K. Larson, Larson’s Workers’ Compensation Law,
Ed. Matthew
Bender, Vol. 3, Chapter 7, a las págs. 383 – 447. Por tal razón, es forzoso interpretar que a los fines de lo
dispuesto por el artículo 5a, la fecha del accidente no es la fecha del suceso
que causa la inhabilidad sino la fecha en que ésta se manifiesta. De otro modo, el claro propósito social de
la reserva de empleo del artículo 5a no se cumpliría respecto a algunos
trabajadores inhabilitados. Se les
daría protección a unos trabajadores lesionados que han tenido que ausentarse
del empleo por razón de su lesión, pero se les negaría a otros, lo que
constituiría un patente trato desigual, sin que haya justificación alguna para
ello, porque unos y otros están en la misma situación esencial, que es la de
ser trabajadores inhabilitados por
una lesión.
II
La mayoría en su opinión no ha presentado razón alguna
que en los méritos justifique concederle el derecho de la reserva de empleo de
doce (12) meses a los empleados cuya inhabilidad para trabajar se manifiesta de
inmediato con la lesión sufrida en el empleo, a la vez que se le niega ese derecho
a los que también sufren una lesión laboral pero que la inhabilidad se
manifiesta más tarde. No ha expresado
la mayoría criterio sustantivo alguno que explique por qué la eminente política
pública de proteger laboralmente a los trabajadores inhabilitados por lesiones
en el empleo debe amparar a unos inhabilitados pero a otros no. Por el
contrario, la mayoría expresa que simpatiza con la situación de la empleada en
cuestión, pero aduce que se encuentra impedida de darle trato igual a todos los
inhabilitados, por los términos del estatuto mencionados antes.
Esta postura de la mayoría es verdaderamente
insostenible. La mayoría no presenta
razón o argumento alguno que demuestre que en efecto el legislador tuvo la
intención de conceder la reserva de empleo a unos trabajadores inhabilitados y
a los otros no. No hay un ápice de
prueba que apoye o fundamente la restrictiva interpretación literalista que la
mayoría hace de un párrafo del artículo 5a
referido. Tal interpretación,
que por puro fiat le imputa al legislador el resultado patentemente injusto
que la mayoría decreta en este caso, es contraria a los preeminentes principios
de interpretación estatutaria aludidos antes en esta opinión.
La interpretación de la mayoría es contraria también a
otro principio que hemos expresado reiteradamente. Como se sabe, todas las leyes, aun las “clarísimas”,
requieren interpretación. Pueblo v.
Zayas Rodríguez, Op. de 17 de febrero de 1999, ___ D.P.R.____, 99 JTS 16; Vélez
v. Secretario de Justicia, 115 D.P.R. 533, 544 (1984); Pueblo v.
Tribunal Superior, 81 D.P.R. 763, 788 (1960). Con arreglo a esta realidad, hemos resuelto una y otra vez que “la
letra de la ley no debe ser seguida ciegamente en casos que no caen dentro de
su espíritu y fin.” Pueblo
v. Zayas Rodríguez, supra, y casos allí citados. Hemos insistido en rechazar la
interpretación literalista de una ley, si a plena vista se ve que se ha
cometido un error. Id. En repetidas ocasiones hemos resuelto que la
literalidad de un estatuto puede ser ignorada cuando es contraria al
claro propósito de la ley o inconsistente con su razón y espíritu. La literalidad de una disposición no puede
prevalecer cuando el resultado de ésta no tenga sentido jurídico o dé lugar a
que se le impute al legislador una intención absurda o irrazonable. Pueblo
v. Zayas Rodríguez, supra; Robles v. Otero, 127 D.P.R.
190 (1991); Pueblo v. Burgos Torres, 120 D.P.R. 709 (1988); Pacheco
v. Vargas, supra; Cancora Marina Inc. v. Secretario de Hacienda,
114 D.P.R. 248 (1983); Rivera Cabrera v. Registrador, 113 D.P.R.
661 (1982). Es por lo anterior que
debemos concluir que, el resultado al cual la mayoría lamenta no poder llegar
en este caso es uno que no es posible aquí únicamente
porque la propia mayoría no quiere llegar a él. Existen amplios fundamentos jurídicos para
sostener el resultado aludido, mucho más sólidos que el escogido por la mayoría
para apoyar su constreñida postura en este caso.
La metodología decisional de hacer interpretaciones
estatutarias expansivas es
bien conocida por este Foro, que la utiliza con frecuencia. Sin hurgar mucho en nuestros numerosos
precedentes en los cuales este Tribunal ha hecho interpretaciones de tal
índole, cabe mencionar los siguientes casos relativamente recientes en los
cuales hemos interpretado algún estatuto con liberalidad, más allá de sus
estrictos términos literales: Pueblo v. Zayas Rodríguez, supra, en el
cual lo hicimos para favorecer a
convictos de portación ilícita de armas cargadas; Sahar Fatach v.
Seguros Triple S, Inc., Op. de 25 de marzo de 1999, ____ D.P.R. ____, 99
JTS 46, en el cual lo hicimos para favorecer a las compañías de seguro; Valentín v. Housing Promoters
Inc., Op. de 9 de octubre de 1998, 146 D.P.R. ____ (1998), 98 JTS 132 en el
cual lo hicimos para favorecer a los
patronos; Pueblo v. Villafañe, Contreras, Op. de 10 de octubre
de 1995, 139 D.P.R.____, 95 JTS 132, en el cual lo hicimos para favorecer a la profesión médica de Puerto Rico. Siguiendo, pues, los múltiples precedentes
que se han citado en distintas partes de esta opinión, la mayoría ciertamente
pudo haber hecho una interpretación expansiva del artículo 5a referido, para
hacer valer su claro propósito social, y esta vez para favorecer a empleados
inhabilitados, como la del caso de autos.
Como la mayoría opta por otro proceder, para favorecer
una vez más los intereses patronales a costa del bienestar de los trabajadores,
yo DISIENTO.
JAIME
B. FUSTER BERLINGERI
JUEZ ASOCIADO
NOTA AL CALCE
1. En la Ley de
Compensaciones por Accidentes del Trabajo el legislador también utiliza la
fecha en que ocurre el accidente como el momento para determinar si el patrono
esta o no asegurado por el Fondo, y por ende le cobija la inmunidad patronal.
11 L.P.R.A. sec. 28.
2. Cabe señalar que el hecho de que la reserva que provee el Art. 5a
discurre a partir de la fecha del accidente o enfermedad ocupacional, cumple
con la finalidad de que el obrero acuda prontamente y sin temor a ser despedido
ante el Fondo para comenzar su proceso de recuperación. El que la reserva
comience a partir de la inhabilidad decretada por el Fondo podría tener el
efecto perjudicial de que el obrero postergue la decisión de acudir al Fondo a
recibir tratamiento hasta que se agrave su salud.
Presione Aquí para regresar al
Menú anterior y seleccionar otro caso.
ADVERTENCIA
Este documento constituye un documento
oficial del Tribunal Supremo que está sujeto a los cambios y correciones del
proceso de compilación y publicación oficial de las decisiones del Tribunal. Su
distribución electrónica se hace como un servicio público a la comunidad.
LexJuris de
Puerto Rico siempre está bajo construcción.
| Leyes y Jurisprudencia | Información | Agencias | Pueblos de Puerto Rico| Servicios Futuros |
|Publicidad | Directorios | Compras | Eventos | Noticias | Entretenimiento |Publicaciones CD|
La información, las imágenes, gráficas u otro
contenido en todos los documentos preparados por Lexjuris son propiedad de
Lexjuris. Otros documentos disponibles en nuestras conecciones son propiedad de
sus respectivos dueños. Derechos Reservados. Copyright (c) 1997 LexJuris de
Puerto Rico.